miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz navidad


para todos

y todas o viceversa.

Bien ahí con la perspectiva de género navideña.

martes, 23 de diciembre de 2008

Por una Corte Suprema a la altura de las circunstancias: La ley de la carrera judicial protege la independencia de los jueces

Foto: Andina


La historia de la reforma judicial peruana está repleta de ocasiones en que la Corte Suprema se ha encargado de frenar las iniciativas más serias e importantes para impulsar una reestructuración profunda de la justicia en pos de una mayor calidad de este servicio y de más altos niveles de protección a la independencia de sus magistrados.

Hasta antes de la reciente actitud asumida por la Corte Suprema con ocasión de la ley de la carrera judicial, el más contundente ejemplo de lo dicho es la posición asumida por ella respecto del Plan de la CERIAJUS. Así, la cabeza este Poder del Estado desechó la hoja de ruta mas seria y lograda en cuanto a la reorganización de un servicio fundamental para la democracia, a cambio de seguir administrando a tientas la consabida crisis. El resultado: a 5 años de la entrega del Plan, el Poder Judicial mantiene estándares de calidad e independencia que, en lugar de haber mejorado respecto del 2003, parecen haber empeorado.

Con estos antecedentes, la Corte Suprema ha planteado una oposición frontal y “principista” a la ley de la carrera judicial —proyecto propuesto por la CERIAJUS, exigido por la prensa y ciudadanía, aprobado por el Congreso y promulgado por el Ejecutivo— centrando sus críticas en la denominada “ley mordaza” que no es mas que un poco feliz inciso de un artículo en medio de un sistema que, por el contrario, sirve para proteger la independencia de los magistrados y promover su desarrollo profesional, entronizando al mérito como eje para la selección, ascenso, etc.

El problema de fondo parece encontrarse en la evaluación del desempeño que se realizará cada 3 años y medio, sin fines de remoción, sino para advertir las debilidades en la idoneidad del magistrado y realizar actividades tendientes a superarlos (cursos en la AMAG, por ejemplo). Dicho sea de paso, la evaluación se viene utilizando desde hace varios años con éxito en Colombia para tutelar el desarrollo del talento humano en la judicatura y mejorar la calidad de la justicia.

En fin, la ley de la carrera judicial plantea un golpe de timón en cuanto a la actual tibia protección institucional a la independencia de los jueces y a la promoción de un sistema justicia de calidad.

Cierto es que la actitud de la Corte Suprema nos lleva a reflexionar sobre la idea de cómo llevar a cabo una reforma judicial, a pesar de la oposición de los jueces (o al menos de su cabeza visible). Ello teniendo en cuenta consabida y dolorosa afirmación de muchos expertos en estos temas acerca de que no puede hacerse una reforma con los jueces, pero tampoco sin ellos. Sin embargo, la necesidad de un mejor sistema de justicia es imperante y lamentablemente eso se debe conseguir a pesar de contar con una Corte Suprema que no esté a la altura de las circunstancias.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Padres Maryknoll se despiden de Juli

Foto: www.misiones.catholic.net


La historia de la iglesia católica del sur andino ha sido un ejemplo de cómo los laicos y religiosos caminan juntos, comprometidos con la fe y la justicia en la construcción del Reino de Dios en la tierra. Pude comprobar algo de eso, en el corto período que estuve de pasante en la Vicaría de la Solidaridad en Sicuani, justamente una oficina de la iglesia, y conversé laicos y religosos de Sicuani, Ayaviri, Juli, etc.

Lamentablemente, el viento que sopla por esos lares es distinto al del antes. La iglesia oficial, encabezada por el conservadurismo, "abandona" ese estilo de trabajo y los laicos se están replanteando cómo ser iglesia, ante la "ausencia" de pastores. Quizá sea momento, como me decía un amigo, de crecer verdaderamente como laico, entrar a la madurez religiosa soltando la mano de los Maryknoll y de tantos otros miembros de la curia que los han acompanado desde hace 60 años.

Sea como fuere, la opción de retirar a los Maryknoll y, en general, la de replegar el trabajo preferencial por los pobres en el sur andino, es una noticia que entristece mucho y atenta contra la construcción del Reino.

En desagravio, el movimiento de Derechos Humanos les entregó a los Maryknoll el premio DDHH 2008 el miércoles pasado, en una ceremonia muy sentida.

A continuación publico la carta escrita por ellos en despedida.

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“DOY GRACIAS A MI DIOS CADA VEZ QUE ME ACUERDO DE UDS” (Fil 1,3)

CARTA  DE  LOS  PADRES  DE  MARYKNOLL A  LA  IGLESIA  DE  LA PRELATURA DE JULI

Queridos/as Hermanos y Hermanas:

Les escribimos esta carta no sólo para despedirnos sino sobre todo para agradecerles, felicitarlos y animarlos.

Desde 1943 los  Padres y Hermanos de Maryknoll estuvimos trabajando en la zona, aproximadamente unos 110 sacerdotes y hermanos, y además estaban las Hermanas de Maryknoll y los/as Misioneras Laicos/as de Maryknoll.
Nosotros aún estamos con deseos de continuar acompañándolos, sin embargo el Obispo José María Ortega nos ha comunicado en Junio del 2008 su decisión de no renovar el convenio con nosotros. El cual termina a fines de 2008. Ahora con pena y esperanza les escribimos esta carta para agradecerles y despedirnos de Uds. por todo lo que hemos compartido durante todos estos años.

Sinceramente les agradecemos por su acogida, paciencia, acompañamiento y hospitalidad. Con cariño les agradecemos sus enseñanzas. De manera especial agradecemos a nuestros queridos y recordados P. Domingo Llanque,  Monseñores Elio Perez, Edwardo Fedders y Alberto Koenigsknecht de feliz memoria, al Mons. Raimundo Revoredo y a los Padres Pedro Siguayro y Narciso Valencia, miembros de las comunidades religiosas y religiosos, los laicos y laicas y los grupos parroquiales y de pastoral con los cuales hemos compartido el camino de una dinámica Pastoral de Conjunto en la Prelatura y, por supuesto, a todos los amigos y amigas de la Iglesia del Sur Andino. En los últimos meses hemos recibido muchos gestos de aprecio y solidaridad con nosotros, cartas de apoyo y hasta firmas en  pronunciamientos. Por todo ello les damos las gracias con todo nuestro corazón.

Los felicitamos por su testimonio de
fe inculturada: su profunda y sentida práctica de la   Semana Santa, su devoción a la Virgen, sus fiestas patronales, su sed de bendición manifestada en el agua bendita, su cariño y respeto para con los difuntos, su entusiasmo por la Palabra de Dios, su integración de la riqueza de lo andino con lo católico universal, su valoración de la eucaristía y los sacramentos y su práctica de constituirse como Iglesia Pueblo de Dios en esta tierra andina.  Ya que según Juan Pablo II, quien dijo al episcopado de Kenya durante su viaje a África en 1980 “la inculturación será realmente un reflejo de la encarnación del Verbo, cuando una cultura, transformada y regenerada por el Evangelio, produce en su propia tradición expresiones originales de vida, de celebración y de pensamiento cristiano.” (Mensaje del Sínodo de los Obispos 2008. 15)

Así mismo, los felicitamos por priorizar en
su cosmovisión y sabiduría milenaria la armonía en todo, su gran  respeto y agradecimiento a la Pachamama, madre de todos, la vivencia de sus valores comunitarios y su búsqueda para una vida mas digna, una vida mejor,( juk´amp suma jakaña).

Los felicitamos por su esfuerzo y testimonio de familia, de organización y de comunidad, ya que en ellos expresan de forma notable sus  culturas andinas, sus  idiomas, su filosofía, teología, ciencia y tradiciones así como los valores de reconciliación, reciprocidad (ayni) y solidaridad.

Los animamos a seguir con  su compromiso y lucha para reafirmar la  vida  y dignidad humana mediante la promoción de los derechos humanos, la participación ciudadana, el desarrollo integral y sostenible de la Región, la defensa del  medio ambiente, la promoción de la mujer  hacia  una equidad de género
.  Los animamos a seguir con sus organizaciones sociales y en diálogo con el mundo globalizado para humanizarlo y hacerlo más solidario.

La situación en la que nos encontramos como discípulos de Jesús donde prima la desconfianza, la intolerancia, el autoritarismo y el abuso es también para todos una oportunidad para identificarnos cada vez más con Cristo crucificado y resucitado sabiendo que la muerte no es la última palabra. Será un reto el fortalecer la conciencia crítica, la libertad de los hijos e hijas de Dios (Gal 5, 1; Rom 8, 21), la creatividad, el compromiso a ser artesanos de la paz y el mantener los documentos del Vaticano II, y de los obispos de América Latina (CELAM) de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida como referentes y para estar atentos al Espíritu de Dios muy presente en medio de Uds.

Por último, al  despedirnos sabemos que quedan muchos
retos para la transformación personal, familiar y social y para la conversión constante a la Buena Nueva de Jesucristo Resucitado. Los exhortamos a que siempre recuerden cuán grande es el amor de Dios para Uds., que  en María Inmaculada “se hizo carne, persona e historia”(Sínodo de Obispos 2008. 3)  y que en Navidad nos invita a vivir como hijos e hijas de Dios, amándonos los unos a los otros como en nuestra convivencia con Uds. ampliamente lo  hemos experimentado.


                                                                Juli, 8 de diciembre del 2008
Firmamos sus hermanos en Cristo Jesús


Roberto Hoffmann M.M.                           Jaime Madden M.M.

Edmundo Cookson M.M.                           Miguel Briggs M.M.

martes, 9 de diciembre de 2008

Justicia y Derechos Humanos. Por los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos



El período de guerras mundiales trajo como lección que los seres humanos somos capaces de llegar a niveles atroces e inenarrables en cuanto al respeto de nuestros congéneres, al punto de provocar indecibles sufrimientos y pesares en pos de valores degradan terriblemente a la humanidad: el hombre como victimario del hombre.

Tras haber tocado fondo, correspondía marcar distancia de lo vivido. Es así que se gesta la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como una expresión del “nunca más”, con miras a generar una conciencia mundial de respeto a los derechos de las personas, fundamentada en el reconocimiento de su dignidad, es decir en que cada uno de nosotros es fin en sí mismo y poseedor de derechos inalienables por el sólo hecho de ser humano.

Vida, libertad, igualdad, seguridad son derechos que protege la Declaración Universal, y que son complementados posteriormente por nuevas generaciones de derechos entre los que se encuentran la salud, la protección de un medio ambiente adecuado, el trabajo, la seguridad social, elegir y ser elegido, etc. Sin embargo, ninguno de estos derechos sería posible sin un sistema especializado en hacerlos efectivos, es decir en extraerlos del plano de las declaraciones y llevarlos al mundo real, donde día a día se juega su respeto o vulneración.

Si bien la promoción y protección de los derechos humanos es tarea de todos y especialmente del Estado, las democracias como las nuestras han dispuesto la existencia de un sistema de justicia encargado de hacer efectivos los derechos. De ese modo, ante un riesgo concreto de vulneración o ante una violación acaecida, los actores del aparato de justicia deben ponerse en marcha para acabar con tal despropósito y remediar el ataque venga de donde venga, incluso cuando proviene del propio Estado.

Ahora bien, así como en el período de guerras el mundo vivió su noche septembrina, el Perú también ha sufrido una tragedia de grandes proporciones, la misma que no se remonta a los años 40, sino al reciente período que va desde 1980 hasta el 2000. Se calcula que alrededor de 70 000 personas murieron durante esos años y se cuentan por decenas las historias de horror en las que un peruano es victimario de otro peruano. ¿Es acaso muy difícil extraer de nuestra tragedia lecciones similares a las que las guerras mundiales nos dejaron?

La falta de un convencimiento pleno por parte de los peruanos acerca del respeto a la vida, libertad, igualdad, seguridad, salud, medio ambiente, trabajo, etc., de cada uno de los peruanos, nos lleva a pensar que estamos muy lejos de haber aprendido localmente la lección que dejan las grandes tragedias de la historia. En ese contexto, la labor de un Estado protector de los derechos, pero sobre todo de un sistema de justicia independiente, es contribuir a que la sangre y las lágrimas no hayan sido derramadas en vano y, con ello, podamos superar las duras secuelas personales y sociales que nos dejó el conflicto a fin continuar en la construcción un país en el cual todo los peruanos tengamos un lugar.

martes, 2 de diciembre de 2008

¿Separando la paja del trigo? Destitución de jueces por el Consejo Nacional de la Magistratura entre el 2003 y 2007


Aquí les dejo el texto completo de mi segundo libro. Un estudio de campo sobre la destitución de jueces por el Consejo Nacional de la Magistratura en el último quinquenio. Ver libro completo aquí: http://www.justiciaviva.org.pe/nuevos/2008/octubre/16/paja_trigo.pdf